El infante Sebastián Gabriel

Sebastián Gabriel de Borbón y Braganza (Río de Janeiro-1811, Pau-1875). Infante de España y de Portugal.

Antecedente familiares.

El infante don Gabriel, el abuelo paterno de Sebastián, fue el más brillante de los hijos del monarca español Carlos III, hasta el punto que su padre pudo plantearse la posibilidad de cambiar la sucesión en su favor. En su deseo de buscar una estabilidad económica para su hijo preferido, Carlos III solicitó y obtuvo del Papa la concesión para Gabriel del Gran Priorato de la Orden de San Juan de Jerusalén, cuyas enormes rentas convirtieron al infante don Gabriel en uno de los hombres de mayor fortuna de España. Posteriormente Carlos III fundó un mayorazgo hereditario, en la cabeza del infante, con todos los bienes del priorato de la Orden de San Juan. Permitiendo de este modo que sus descendientes heredaran su inmensa fortuna.

El monarca español Carlos III y la reina portuguesa María I, decidieron reforzar los vínculos existentes entre ambas monarquías y decidieron casar en 1785 a los dos infantes portugueses, Juan y Mariana Victoria, con dos infantes españoles, Carlota Joaquina y Gabriel. La fortuna parecía sonreír al infante don Gabriel, en 1786 nació su primer hijo, Pedro Carlos, y dos más en los dos años siguientes. Pero en 1788 la familia se contagió de unas fiebres malignas de viruela, pereciendo todos sus miembros salvo el primogénito Pedro Carlos. A pesar de su corta vida, murió con 35 años, el infante don Gabriel, gran mecenas de artistas y eruditos, esta considerado como el príncipe ilustrado por excelencia del siglo XVIII español.

El infante Pedro Carlos, el padre de Sebastián, quedó huérfano con tan solo dos años de edad y tras la muerte de su abuelo Carlos III, quedo solo bajo la custodia de su tío Carlos IV. Hecho que motivó que la reina María I de Portugal le reclamara a Lisboa para ser educado como un príncipe portugués. En 1792 la reina María I perdió la razón y su hijo, el futuro Juan VI, fue nombrado regente de Portugal. Juan vivía un desdichado matrimonio con la histérica y ambiciosa infanta Carlota, la cual había intrigado abiertamente contra él y se había marchado a vivir separadamente al palacio de Queluz, donde se dijo que se entregaba a todo tipo de orgías sexuales. En este ambiente, en medio de las noticias revolucionarias que provenían de Francia, transcurría la vida del infante Pedro Carlos. El 30 de noviembre de 1807 tropas hispano francesas invaden Portugal y la familia real portuguesa hubo de ponerse a salvo embarcándose hacía sus dominios brasileños. Aunque Portugal recuperó su independencia el 21 de agosto de 1808, la familia real decidió continuar residiendo en Río de Janeiro y no volvió a Lisboa hasta 1821.

Brasil, nacimiento e infancia de Sebastián Gabriel.

En Brasil el infante Pedro Carlos contó con el favor de su tío el regente Juan, hasta el punto de que este favoreció la boda del mismo con su primogénita María Teresa. Hecho que contrariaba enormemente a Carlota; pues con la abdicación de los borbones españoles de 1808, Carlota había planeado convertirse en regente española de las colonias americanas, cargo que Juan había pensado para el infante Pedro Carlos, el único varón de entre los borbones españoles que no estaba en manos de Napoleón. Finalmente ninguno de los planes se cumplieron y Carlota acabó detestando a Pedro Carlos.

Ante la propuesta de nombrar a Pedro Carlos regente de las colonias americanas españolas, Carlota decía: " ... ese joven raquítico y tonto que deambula por los corredores del palacio de don Juan, mimado, consentido y bromeado continuamente por los cortesanos y por el propio rey ..."

María Teresa, que era titulada princesa de Beira pues nació siendo heredera de la corona portuguesa, se había enamorado de su primo Pedro Carlos. Contando ambos jóvenes con todo el apoyo del regente y propiciando su boda, que finalmente se celebró el 13 de mayo de 1810. Ese mismo día Juan nombro a Pedro Carlos almirante general de la armada portuguesa y los esposos pasaron a residir en el Palacio Real de San Cristóbal de Río de Janeiro.

El conde de Campo Alegre, describía a María Teresa: " ... de estatura mediana para su edad; bien hecha de cuerpo, de facciones regulares y de ojos lindos. Es de tez morena y goza de excelente salud. Al mismo tiempo que esta dotada de un aspecto noble y voluntarioso, es afable, bondadosa e inspira el mayor respeto ..."

Sebastián Gabriel nació el 4 de noviembre de 1811 en el palacio de San Cristóbal. Poco después el infante Pedro Carlos enfermó gravemente y sin que los médicos pudieran evitarlo, murió el 4 de julio de 1812.

En palabras de Luis dos Santos Marrocos: " ... El señor infante D. Pedro Carlos ha estado muy enfermo creo que por exceso de su ejercicio conyugal; y por eso se ha hecho separar a los esposos, por estar también doliente la Sra D. María Teresa ..."

En 1816, Fallecía la reina María I y su hijo Juan VI fue coronado rey de Portugal. Ese mismo año María Isabel y María Francisca, hermanas de la princesa de Beira se casaron respectivamente con el rey español Fernando VII, que había recuperado su trono en 1814, y con su hermano Carlos (el Carlos V de la dinastía carlista), comenzando una época de gran influencia por parte de las infantas portuguesas en la corte de Madrid. Situación que aprovechó María Teresa para reclamar el rango que correspondía a su hijo, en cuanto a infante de España, y a exigir las elevadas rentas (140.000 ducados) que como heredero del mayorazgo (Priorato de la Orden de San Juan para Castilla y León) de su abuelo el infante don Gabriel le correspondían y que en esos momentos se encontraban en manos del Infante Carlos. El 26 de diciembre de 1818 moría la reina María Isabel como consecuencia de las complicaciones de una cesárea.

1821-1823: Lisboa, Madrid, Sevilla y Cádiz.

EN 1821, la corte portuguesa regresó a Lisboa. Al poco de llegar la princesa de Beira inició un proceso en la corte de Madrid para reclamar el reconocimiento del rango de infante para su hijo. Al año siguiente el proceso falló a favor del infante Sebastián Gabriel y la corte consentía en su traslado y el de la princesa de Beira a la corte madrileña. María Teresa y su hijo llegaron a Madrid en agosto de 1822.

No pudieron escoger peor momento. Unos meses antes, en febrero de 1822, Fernando VII, ya cansado de gobernar de forma nominal (en 1820 se había visto obligado a jurar la Constitución de Cádiz) pidió ayuda a la Santa Alianza, cuyos miembros (Francia, Austria, Prusia y Rusia) reclamaron al gobierno español el restablecimiento de la plena autoridad del rey. En marzo de 1823 el gobierno español, viendo inminente la invasión de la Santa Alianza, se trasladó primero a Sevilla y después a Cádiz, llevándose al Rey y a toda su Corte, incluidos el infante Sebastián y la princesa de Beira. Con el triunfo de las tropas francesa, el 1 de octubre de 1823, Fernando VII y los infantes retornaron a Madrid.

También en Portugal Juan VI tuvo que jurar también una constitución liberal, lo que ocasiono que su hijo Pedro (IV) declarara la independencia de Brasil y que su hijo Miguel I, instigado por su madre Carlota - hermana de Fernando VII-, se sublevara contra su padre en Portugal.

1824: Gran Prior de la Orden de San Juan (13 años).

El 8 de abril de 1824, habiendo ya recuperando el rey Fernando VII los plenos poderes, reconoció a Sebastián Gabriel como infante de España y le dio en posesión su cuantiosa herencia y el mayorazgo sobre las rentas del Gran Priorato de la Orden de San Juan.

El centro del priorato lo constituía la villa de Consuegra, integrándolo también los lugares de Madridejos, Camuñas, Herencia, Villafranca de los caballeros, Urba, Tembleque, Villacañas, Quero, Alcázar de San Juan, Argamasilla de Alba, Villarta de San Juan y Arenas de San Juan. Al tomar posesión de su cargo Sebastián, que contaba 13 años, debió de comprometerse a cumplir a diario con algunos deberes religiosos especiales, entre los cuales se encontraba el rezo del Breviario. Desde el castillo de Consuegra, Sebastián se dedicó a la gestión de su encomienda. Reunió cuantos documentos de la orden de San Juan se habían salvado del saqueo francés de 1809.

Fernando VII también dispuso para Sebastián y su madre de sendas habitaciones en el palacio Real de Madrid, junto a María Francisca, la hermana de la princesa de Beira y esposa de Carlos el hermano del rey. En palacio también vivían el infante Francisco de Paula, hermano menor del rey, y su ambiciosa esposa Luisa Carlota de Dos Sicilias, que pronto rivalizaría con la princesa de Beira. Durante esos primeros meses en Madrid las princesas portuguesas se dedicaron a reunir cuantos apoyos y dinero podían conseguir para la causa de su hermano Miguel, que se enfrentaba con su otro hermano, Pedro, por el trono de Portugal.

Allí Sebastián convivía con sus primos los hijos del infante Carlos e iba convirtiéndose en un joven de notables cualidades. Sus preceptores Serapio Serrano y el padre Verdugo le inculcaron un vivo interés por las artes y las letras, hasta el punto que Sebastián llegó a ser un grabador notable y llegó a dirigir dos periódicos de exclusiva distribución en el seno de la familia real: "El Lagarto" y "La Mariposa". Sebastián se fue convirtiendo en un joven de lo más culto y que hablaba con fluidez español, portugués, francés, ingles e italiano, al tiempo que leía latín y griego. Desde muy joven empezó a coleccionar libros y cuadros, frecuentó a poetas y literatos, como Martínez de la Rosa, se interesó por la arqueología y organizó su propio laboratorio de física. Aunque no se mezclaba en política, era marcadamente liberal.

Según Pirala: " ... las letras, las ciencias y las artes tuvieron en el joven don Sebastián un aventajado discípulo, y un templo en su cuarto ... ejecutaba litografías y se vanagloriaba de artista. Su biblioteca era regia, su gabinete de física el primero de España, y su galería de pinturas forma la riqueza del museo del Ministerio de Fomento ... aunque cristiano no se desdeño de conocer las obras arábigas y gozar fama de regular orientalista ... su biblioteca servía diariamente de academia. Allí tenía su tertulia a la que acudían Vallejo, Gumia Tordera y luego Matínez de la Rosa y otros. Convencido de que nada enseña como el trato, gustaba de conversar con los hombres de valer y oír sus lecciones y oír sus consejos ..." Pirala, Historia de la guerra civil, VIII-LXXIV-30-32.

Sin embargo, el físico no le acompañaba, pues carecía de atractivo, su rostro era más bien desagradable, e intentó ocultarlo tras un bigote y una barba al estilo romántico de la época. Con los años cambió su barba por una simple perilla, que juntamente con sus gafas; pues también un importante problema de visión, al ser marcadamente estrábico, le conferían un aspecto de intelectual o científico.

En 1829, cuando la princesa de Beira estaba estudiando las posibilidades de casar a Sebastián con una princesa de la casa de Módena, moría la reina María Josefa. Urgía encontrar una nueva esposa para Fernando VII, aún sin heredero, y la princesa Luisa Carlota logró que tal honor recayera en su hermana menor, la atractiva María Cristina de Dos Sicilias. La rivalidad entre las princesas portuguesas, que confiaban aún en la sucesión del príncipe Carlos en el trono, y las napolitanas no se hijo esperar, las primeras ardientes defensoras del partido apostólico absolutista y las segundas de la causa liberal.

1832, Amalia, primera esposa de Sebastián (21 años).

La nueva reina también trajo consecuencias para Sebastián, pues convenció al rey de la conveniencia de casarle con otra de sus hermanas, la princesa María Amalia de Dos Sicilias. Esta había nacido en Pozzuoli el 25 de febrero de 1818, contaba tan solo 14 años el 25 de mayo de 1832, día en que se celebró su boda con el infante Sebastián. Era dulce y afable y pronto supo ganarse la confianza de la princesa de Beira.

También en 1832 nació la que con el tiempo sería Isabel II. Lo cual acrecentó las divisiones entre los partidarios del príncipe Carlos, marcadamente absolutistas y partidarios de la derogación de la ley semisálica de Felipe V y los liberales, partidarios del entronamiento de Isabel. María Amalia, contra lo que pudiera parecer, tomo el partido de la princesa de Beira, a pesar de la indiferencia del infante Sebastián.

Veamos los comentarios de Pirala sobre Sebastián: ".... Su aspecto era sobrio y previene contra él a primera vista, pero al tratarle se le ve dulce y afable y se comprenden los generosos sentimientos de su corazón. Emulo de saber, su aspiración es adquirir nombre y gloria. Por eso su predilección por las artes, llegando a tal grado que todos los que formaban parte de su servidumbre eran artistas, no palaciegos ... Importabanle poco las opiniones políticas, pues se le vio admitir a su servicio a un caballista que por haber sido miliciano, le despidió la de Beira, su madre. En lo que ponía especial cuidado era en no rodearse más que de españoles ... Su sistema de vida era ejemplar: en tiempo de paz dormía unas seis horas, y en las artes y las letras, rara vez en la caza, ocupaba el día. Por la mañana, después del cumplimiento de los deberes religiosos, despachaba los negocios del priorato de San Juan de Jerusalén y tomaba la paleta o el compás o alguno de nuestros clásicos, a los que tenía gran afición... " Pirala, Historia de la guerra civil, VIII-LXXIV-42-43.

El 20 de junio de 1833 se debía de producir la jura de Isabel como princesa de Asturias. Carlos María Isidro y las princesas portuguesas, que con ello veían alejarse los derechos de sus hijos al trono, se negaron a asistir a la ceremonia, ante lo cual Fernando VII solicitó al regente Miguel de Portugal que los llamase a Lisboa.

Escribió la princesa de Beira a su hijo desde el palacio de Ramalhao de Lisboa el 1 de mayo de 1833: "... aunque tus derechos a la corona son muy remotos, pues están después de la familia de Nápoles, con todo, los tienes, y no puedes prescindir de ellos en conciencia y justicia; eres un Borbón de la línea de Felipe y, por tanto, debes sostener la ley que éste fundó; te aconsejo como madre la más tierna, que hagas una declaración al instante al Rey diciéndole que no puedes jurar a su hija como Princesa de Asturias, pues tu conciencia y tu honor te obligan a sostener los legítimos derechos de tu tío Carlos, los de todos los otros y tuyos ... Adiós, hijo mío, acuérdate que tantos disgustos como me has dado, todos te los he perdonado, y así espero no querrás volver a dármelos y seguirás mis consejos pues son nacidos del cariño de tu tierna madre que te echa su bendición, María." Apalaegui, Padre Francisco, El infante don Sebastián y la batalla de Oriamendi, 51-53.

Sebastián Gabriel estuvo conforme en asistir a la ceremonia y Fernando VII le permitió quedarse en la corte de Madrid, causando con ello un gran disgusto a su madre la princesa de Beira, que hubiera preferido verle muerto a verle prestar juramento a la princesa Isabel II.

Escribió la princesa de Beira a su hijo desde Mafra, Portugal, el 4 de mayo de 1833: "... viendo ahora claramente que todavía sigues las mismas ideas que te llevaron a buscar una hermana de la Reina para casarte, que son las del vil interés, no es tu conciencia ni tu honor los que te obligan a seguir los mandatos del Rey respecto a la jura: es el recelo de que te quiten tus bienes; vergüenza y horror me da el ver que piensa de este modo un hijo mío; cree que unos bienes conservados a costa de la religión y de la justicia no sirven sino de ignominia, y tarde o temprano se pierden, pues por la Religión y la justicia se debe sacrificar todo, aun la misma vida, si fuese menester. ... Algún día te arrepentirás de no seguir mis consejos cuando no haya remedio .... pero, Sebastián ¿ Es posible que tú sigas el partido de los masones que solo busca en la hija del Rey una menor de edad para sus perversos fines y te separe de tu madre y del de todos los verdaderos amantes de Dios y del trono? ... ahora solo me resta el llorar tu error, y pedir a Dios Nuestro Señor y a su Santísima Madre, ofreciéndole hasta mi vida para que te abran los ojos .... cuenta que aunque eres mi hijo único, y hijo tan querido, como que seguramente ninguna madre me excede en cariño, no quiero volver a saber de ti y te contaré como muerto; sé muy bien que esto para ti será indiferente, pues desgraciadamente yo para ti siempre he sido y soy la persona que menos quieres y a quien has escuchado siempre con prevención, pues esos tus perversos consejeros que oyes como oráculos, te han imbuido en esas ideas; lo mas extraño es que las tengas y contra una madre tan cariñosa como yo, pero, Sebastián, no quieras acabar la vida a la que te dio ser, mira que Dios no ayuda a un hijo que sigue su capricho y desprecia los consejos de su madre cuando éstos son justos como los míos.
Adiós, Sebastián, hijo mío, cree que mas quiero verte muerto que no el que jures y faltes a la justicia, y recibe la bendición de su afligida madre, María. "
Apalaegui, Padre Francisco, El infante don Sebastián y la batalla de Oriamendi, 58-60.

El 29 de septiembre de 1833 murió Fernando VII e Isabel II se convirtió en la nueva reina de España, bajo la regencia de su madre María Cristina y el apoyo de los liberales. Carlos María Isidro, su familia y la princesa de Beira se exiliaron en Inglaterra. Sebastián Gabriel decidió continuar en la corte de Madrid, muy a pesar de su males, asistiendo a los primero pasos de un gobierno muy cercano a sus propias convicciones.

1834, Sebastián se pasa a los Carlistas (23 años).

El chantaje emocional que la princesa de Beira ejercía sobre su hijo acabo haciendo mella. Se hablaba ya de la desamortización de los bienes eclesiásticos, incluidos los de la Orden de San Juan. Sebastián descorazonado al ver el modo en que era administrado el estado decidió finalmente cambiar de bando.

En una carta del secretario de Sebastián, Luis Tordera, al conde de Toreno desde Roma el 16 de julio de 1835: "... (Sebastián) juró como heredera del Trono a la primogénita del Señor Don Fernando VIII, persuadido de que la alteración que se hacía en el orden de sucesión en la corona estaba legalmente fundada. El trastorno que Su Alteza observó en la administración y el gobierno del Reino, todo en oposición con la voluntad del difunto Rey, la del pueblo español, ... llamaron su atención para examinar detenidamente la materia. "Apalaegui, Padre Francisco, El infante don Sebastián y la batalla de Oriamendi, 133-134.

En agosto de 1834, Sebastián Gabriel se ausentó de Madrid con el pretexto de ir a tomar los "baños de mar" para mejorar la salud de su esposa. Sebastián viajó a Barcelona y desde allí a Nápoles, en donde reinaba su cuñado el rey Fernando II.

La alegría de la princesa de Beira fue inmensa, según carta enviada desde Anglesey, Inglaterra, el 10 de agosto de 1834: "... Ayer ha sido para mí un día el mas feliz, pues he recibido tu carta del 26; puedes figurarte cual sería mi consuelo habiendo cumplido un año el 14 del mes pasado que me escribiste por última vez aquella carta que tantas lágrimas me ha costado ... como veo con la mayor satisfacción que tus deseos son el complacerme y que esperas mis órdenes, como madre la más cariñosa y por consiguiente la mas ambiciosa de tu honor, no puedo menos de decirte que éste pide que te vayas con el Rey a presentarte como un fiel vasallo, prestando a Su Majestad todos los servicios que puedas, pues sólo de este modo cumplirás con Dios, con el Rey y borrarás a la faz del mundo todos los pasos que has dado en contra de tu deber y llenarás completamente mis deseos ... a Amalia mándala con su familia a Portsmouth y puedes estar seguro de que cuidaré con el cariño de una verdadera madre ...." Apalaegui, Padre Francisco, El infante don Sebastián y la batalla de Oriamendi,121-123.

Sebastián se puso a las ordenes de Carlos V y fue enviado a Barcelona con la intención de ponerse al frente del movimiento carlista de Cataluña. Pero el general Llauder, quizás temeroso de la relevancia del infante, le trató con desprecios, insultos y amenazas que forzaron al infante a volver a Nápoles.

Estando en Nápoles fue mandado llamar por la reina regente María Cristina. Sebastián la respondió con una negativa a volver a Madrid, con lo cual fue desposeído de sus vienes y privado de su rango de infante de España.

Sebastián y su esposa decidieron trasladarse a Leybach, donde la princesa de Beira y los hijos de Carlos V se habían trasladado desde Inglaterra tras la muerte de María Cristina en septiembre de 1834.

Sebastián capitán general del ejercito Carlistas (26 años).

Sebastían volvió a intentar unirse al ejercito carlista, haciéndose pasar por comerciante atravesó el Lombardo-Veneto, el Piamonte y todo el sur de Francia hasta entrar en España por Zugarramurdi. Allí fue nombrado ayudante de campo de Carlos V, pasando a continuación a la jefatura del ejército carlista, desde cuyo cargo el Carlismo consiguió grandes sumas de dinero de las cortes reaccionarias de Europa.

En su cargo de capitán general se batió Sebastián en muchas batallas importantes: la de Oriamendi, en 1837donde derrotó a sir Lacy Evans, las de Huesca y Barbastro, o los sitios de Bilbao. Con su ejercito llegó hasta las puertas de Madrid.

La princesa de Beira, que tras la muerte de su hermana María Francisca había prohijado a los hijos de Carlos V, cruzó los Pirineos disfrazada de aldeana y montada en mula llegó a Azcoitía en donde se desposó con Carlos V el 20 de octubre de 1838.

De ese periodo es la siguiente exhortación al ejercito carlista del 20 de diciembre de 1836:
 "He sido testigo de vuestro valor y vosotros lo váis a ser así de mi desvelo por vuestro bienestar, como del empeño en terminar una lucha que hace ya vuestra gñoria y hará, no tardando, la de vuestros hijos y de nuestra amada patria. Echad sobre ella una mirada y ved cómo os contempla mostrándoos las lágrimas que creyó poco ha ver enjugadas, y que la conveniencia de hacer más sólido un consuelo hizo desatender por un momento. Entre tanto, gime oprimida por el durísimo yugo de esa facción atroz que combinada con la usurpación y la anarquía, devora las propiedades, se encarniza en las personas y hasta levanta su impío brazo y se atreve contra el Omnipotente.
  Soldados: a vosotros está reservada la gloria de abrir la sima y hundirle en los abismos de donde saliera. Vosotros salvasteis a Europa no ha mucho tiempo y la salvareis otra vez. Sois los escogidos para conservar los tronos y asegurar el orden, haciendo ver al mundo lo que puede un puñado de cristianos valientes contra el esfuerzo simultáneo de los malvados de todas las naciones, de la codicia de todos sus logreros y de la ambición vil apoyada hasta con el sello responsable de los tratados. Jamás hubo guerreros a quienes cupiese tanta gloria."
Apalaegui, Padre Francisco, El infante don Sebastián y la batalla de Oriamendi, 89-90.

La princesa de Beira, que tras la muerte de su hermana María Francisca había prohijado a los hijos de Carlos V, cruzó los Pirineos disfrazada de aldeana y montada en mula llegó a Azcoitía en donde se desposó con Carlos V el 20 de octubre de 1838.

Cuando en 1839 finalizó la guerra civil con la derrota del ejercito carlista, Sebastián Gabriel, privado de sus bienes en España decidió volver a Nápoles junto a su cuñado el rey Fernando II.

1839: Nápoles (28 años).

En Nápoles Sebastián volvió a sus aficiones culturales e intelectuales, a su practica de la pintura, a su creciente afición por la fotografía, a sus viajes por toda Europa, que le valieron las condecoraciones de muchos monarcas.

En Nápoles gozó del favor de su cuñado Fernando II, quien negoció la boda del conde Montemolín (hijo de Carlos V) con su propia cuñada la princesa María Carolina.

Carlos V abdico en 1845 de todos sus derechos de sucesión en su hijo el conde de Montemolín. Murió en Trieste en 1855 y a sus funerales asistió Sebastián Gabriel.

El 6 de noviembre de 1857 murió María Amalia, esposa del infante Sebastían Gabriel, con la cual sentía un gran afecto y consideración. La muerte de su esposa dejó al infante en una situación incomoda en la corte de Nápoles. Sebastián intentó entonces un acercamiento a su sobrina la reina Isabel II, iniciándose conversaciones para la devolución de su rango y de sus antiguas propiedades.

En mayo de 1859 asistió a la muerte de su cuñado Fernando II, tras una terrible enfermedad. Sebastián encargó al pintor Doménico Caldara que dibujase el pálido rostro del fallecido monarca, con quien había compartido tantos años. Después el infante puso todo su empeño en volver a España.

Nos cuenta Pirala: "Don Sebastián, tan español como siempre, no puede olvidar ni un momento en su ostracismo a su amada patria. Testigos fueron nuestros soldados cuando no ha mucho marcharon a Italia; ellos le vieron de continuo entre sus filas, conversar con ellos de España, y derramar abundantes lágrimas. Creemos que renunciaría gustoso sus honores, sus títulos, todo lo que constituye el boato, ya que no la vanidad, para venir a Madrid a ser artista. Joaquín Roa y Erostabe , Biografía de SAR el Sermo. Sr. Don Sebastián Gabriel de Borbón y Braganza, Infante de España y de Portugal, 31.

1860: Madrid (49 años).

La reina Isabel II aceptó el retorno de su tio Sebastián, con el que siempre había sentido ciertas simpatías. El acuerdo se selló con una boda, la de la infanta María Cristina, hija del infante Francisco de Paula y prima y cuñada de la reina Isabel II. La noticia de la defección del infante de las filas carlistas y la de su próxima boda pronto recorrió toda Europa.

La reacción de la princesa de Beira no se hizo espera, le escribió desde Trieste el 30 de enero de 1859r: " ... Se anuncia por aquí un casamiento que sería una excepción en lo que digo de nosotros, pero se me hace duro el creerlo y temo hacer una injusticia en creer sea cierto; por eso no digo de quién ni con quien, pues creería ofender sus principios legitimistas y su honor. ... Me han dicho que tú estas en un estado de tristeza terrible; no lo extraño, pues pasa por mi; pero es preciso procurar, con la ayuda de la gracia del Señor, que no sea demasiado, pues, siéndolo, es mala, pues turba a uno no es capaz de hacer nada bien. .... Tu amante madre, C. María." Jaime del Burgo, Carlos VII y su tiempo. Leyenda y realidad. 61.

Por real decreto del 13 de junio de 1860 le fueron devueltos a Sebastián sus propiedades y sus colecciones. El Priorato de San Juan fue desamortizado entre 1835 y 1845, de modo que no se le pudo devolver los bienes de dicho mayorazgo, aunque fue compensado económicamente por la perdida de sus encomiendas. A pesar de ello al ser restaurado el infante en sus honores y cargos, el Papa y la reina Isabel, le permitieron conservar a título honorífico y personal, su título de Gran Prior de Castilla y León, aunque este ya no entrañaba poder concreto alguno.

A pesar de la desamortización el infante añadió al palacio A Junqueira que poseía en Lisboa varias propiedades rurales en Cáceres, en Córdoba (el cortijo de Las Pilas que vendió en 1865), en Granada (la cortijada de Ansola), en Toledo (en Madridejos, Zuero y Tembleque) y en los reales sitios de La Granja, el Escorial, Aranjuez y El Pardo. También le quedaba la cuantiosa dote que su abuela la infanta Mariana Victoria de Portugal aportó en sus nupcias.

El 19 de noviembre de 1860 se celebro la boda con María Cristina, en presencia de los reyes. Cristina había nacido el 5 de junio de 1833, era pues 22 años menor que el infante. Era según sus contemporáneos bastante fea y poco inteligente, motivo por el cual aún permanecía soltera y era conocida como la "infanta tonta". El matrimonio se instaló en un palacete en el número 59 de la calle de Alcalá, aunque pasaba temporadas en el palacio de San Juan, cercano al parque del Retiro y donde el infante, como Gran Prior de la orden hospitalaria, tenía derecho de residencia.

El infante volvió a sus colecciones de arte, que no cesaba de ampliar. En 1860 se hizo académico de mérito en la Real Academia de San Fernando (su memoria de entrada se tituló De los aceites y barnices de que se hace uso en la pintura), poco después fue presidente perpetuo de la Real Academia Española de Arqueología y Geografía, presidente de honor de la Academia de Arqueología de Bélgica, presidente del Instituto Geográfico del Brasil, miembro de la Sociedad Geográfica de París, académico de número de las academias de San Lucas de Roma, de Panteón de Roma, de Perugia, de San Carlos de Valencia, de Bellas Artes de Lisboa, de San Marcos de Venecia, de Bellas Artes de Herculano y de Artes y Manufacturas de Toscana.

El matrimonio gozó también de numerosos hijos: Francico nació el 20 de agosto de 1861, Pedro de Alcantara el 12 de diciembre de 1862, Luis Jesús el 17 de enero de 1864, Alfonso el 15 de noviembre de 1866 y Gabriel el 23 de marzo de 1869. Todos nacieron en Madrid excepto Gabriel que lo hizo en Pau. A ninguno de ellos la reina reconoció otro tratamiento que el de excelentísimos señores, como hijos que eran de un infante.

En esos años Sebastián pintaba, se ocupaba de las ruinas de Italica en Sevilla y por último, dada su gran amistad personal con el Henri Dunant fundador de la Cruz Roja Internacional y a su pertenencia a la horden hospitalaria de San Juan, organizó la creación de la Cruz Roja Española.

Segunda guerra Carlista.

Tras el desembarco del pretendiente conde de Montemolín en las costas levantinas, Sebastián, no sin gran dolor, se ofreció a la reina para combatir a su primo y casi hermano.

En carta de Sebastián a su secretario Roa: " ... me encuentro malo, más aún de espiritu que de cuerpo. Veo que cada día se me clava un puñal, que mi salud se altera considerablemente, y que al fin conseguirán poner término a mi existencia que no ha sido nunca sino existencia rodeada siempre de dolores, de aflicciones, de desgracias. ... Te confieso que no puedo más ... ahora mismo mis infelices hijos, riendo y dando gritos de alborozo inocente en la cercana habitación me están partiendo el alma ... ¿Y no se hará nada por ellos cuando yo no puedo nada, pues tengo las manos atadas? ¿Y nadie se compadecerá de esas pobres criaturas? ¡Infelices! ¿Y que será de ellos cuando ya no tengan padre?." Joaquín Roa y Erostabe , Biografía de SAR el Sermo. Sr. Don Sebastián Gabriel de Borbón y Braganza, Infante de España y de Portugal, 121.

A pesar de que sus consejos eran siempre muy bien acogidos por la reina, el infante fue fuertemente atacado tanto desde las filas carlistas, por haberse cambiado de bando, como desde las progresistas.

En carta de la princesa de Beira al secretario de su hijo: " ...Mi querido Roa: Deseo mucho saber el estado de salud de mi hijo Sebastián, y le ruego me diga con claridad, verdad y franqueza, cuál es, pues estoy muy inquieta. Veo también cierto misterio en la causa o causas que motivaron su enfermedad, que creo mas bien moral; estas quiero saberlas también verdaderas, clara y francamente." Joaquín Roa y Erostabe , Biografía de SAR el Sermo. Sr. Don Sebastián Gabriel de Borbón y Braganza, Infante de España y de Portugal,137.

1868 - Pau (57 años).

Al año siguiente un pronunciamiento militar acabó con el reinado de Isabel II, la cual hubo de exiliarse en Francia.

El infante Sebastián intentó promover una sublevación en el País Vasco, haciendo un llamamiento a los carlistas en favor de la monarquía. Todo fue en vano. Sebastián y su familia siguieron a la reina en su exilio en Francia. Se instalaron en la villa Labordette de Pau, en donde les nació el pequeño Gabriel, sordomudo de nacimiento.

En junio de 1870 Sebastián asistió en París a la abdicación de Isabel II en favor del príncipe de Asturias don Alfonso (XII). Sebastián, ya muy cansino por la edad, aún tuvo fuerzas de componer un himno para la ocasión.

Desde Pau, Sebastián mantenía contactos con los monárquicos y especialmente con el príncipe Alfonso (XII).

Escribió Sebastián el 24 de noviembre de 1872 al príncipe Alfonso: " ... que el año próximo, llenos de contento, nos dirijamos todos al alcázar de tus mayores en tal dís para rendir los homenajes de nuestro respeto y de nuestro amor a Alfonso Doce, ..., esperanza de la Patria, ... y de conciliación para todos los españoles, a Alfonso Doce que no será Rey de partidos, sino Rey del pueblo español, pues es español e Hijo, y nieto de Reyes Españoles. Tales son mis ardientes deseos, tales mis sinceros votos y lod de Cristina ..." Archivo General de Palacio, cajón 20, reinado Alfonso XII.

El 17 de enero de 1874 murió en Trieste la princesa de Beira, fue un duro golpe para Sebastián.

En 1874 Sebastián solicita al ya nuevo rey Alfonso XII, que le permita acompañarlo en su entrada en Madrid. Cánovas del Castillo, jefe de gobierno, no se lo permitió; pues deseaba apartar al monarca de todas las influencias de la gran familia borbónica.

Escribió Sebastián al ya rey Alfonso XII, el 21 de diciembre de 1874: " ... que empiece para ella (España) días de paz y de descanso, y pueda volver a levantar su crédito, desarrollar su comercio, florecer su agricultura, brillar las ciencias y las artes y la industria, aumentarse el trabajo para las clases obreras logrando un bienestar en relación con sus necesidades y condición, regido el pueblo por leyes y por hechos, no por utopías imposibles, bajo un cetro paternal, benéfico, clemente, y por instituciones que asegurando el orden mas completo se aúnen a las necesidades y a las racionales aspiraciones de los presentes tiempos ..." Archivo General de Palacio, cajón 20, reinado Alfonso XII.

En diciembre de 1874 Alfonso XII solicita a Sebastián que negocie con el viejo general carlista Cabrera, con objeto de finalizar el nuevo levantamiento en el norte de España.

Su animo estaba muy minado por el odio que le profesaban sus antiguos correligionarios carlistas, que se encontraban a cientos en esa zona pirenaica.

Escribió Sebastián al rey Alfonso XI, el 26 de enero de 1875: " ... es tal la ira y el furor que les ha entrado (a los carlistas) que, entre otras cosas, se me ha mandado un cartel de desafío por un cordel francés ... Cuantas injurias, cuantos denuestos, cuantos groseros insultos puedan imaginarse y mucho más están contenidos en ese escrito soez e inmundo que conservo .... Como ni mi posición, ni mi dignidad no me permiten otra cosa, he juzgado mirarlo con el más completo desprecio y" esperar a ver si continúan otras manifestaciones de semejante naturaleza venenosa ... Si hay que combatir, combatiremos; estoy pronto y resuelto a todo, y a que quede bien puesto el pabellón; y, aunque preferiría mil veces pelear frente a frente con los carlistas en los campos de batalla, y verter, si fuera necesario mi sangre por ti y por la patria, como mil veces he tenido el honor de decirte; el veterano de los capitanes generales solo debe decir lleno de sumisión, cúmplase lo que S.M. manda ..." Archivo General de Palacio, cajón 20, reinado Alfonso XII.

Pocos días después María Cristina telegrafía al Rey sobre el mal estado de salud de Sebastián.

Telegrama al rey enviado por María Cristina el 9 de febrero de 1875: "Mi querido Sebastián desde el domingo está con una fuerte pleuresía ayer estuvo muy mal pero hoy está un poco mejor seguiré dándole noticias a pesar de estar malo no hace más que pensar en tu gloria querido Alfonso recibe cariños de tus primos con el extremado que te profesa tu amantísima que a pesar de lo sentida que estoy de ver enfermo a mi querido Sebastián doy mil gracias a Dios por tus triunfos y los celebro con todo mi corazón. Cristina Borbón." Archivo General de Palacio, cajón 20, reinado Alfonso XII.

Mostrándole el rey su gran pesar por la enfermedad del infante.

Telegrama enviado por Alfonso XII a María Cristina el 10 de febrero de 1875: "Con gran sentimiento recibo tu telegrama querida tía, y tú sabes si será grande mi dolor; yo que quiero tanto al tío y cuyo recuerdo me ha acompañado en la victoria y cuyos consejos me han sido siempre tan útiles. Así, pues, he tenido una gran emoción al ver que en medio de su enfermedad me recuerda y me nombra. Espero que pronto estará bueno; de todos modos te ruego que me tengas al corriente de su salud, que tanto me interesa. Te abraza así como a mis primos tu amante sobrino Alfonso." Archivo General de Palacio, cajón 20, reinado Alfonso XII.

Sebastián murió en Pau el 14 de febrero de 1875, con la alegría de haber vuelto a ver la restauración de la monarquía en España.

El testamento de Sebastián, fechado el 26 de septiembre de 1866 en Lisboa decía: " ... que el estado físico de mi esposa no la permite conocer de asuntos y negocios de mi casa y mi familia; por tanto, nombro como tutores y curadores de mis hijos todos a SSMM los reyes de España." Joaquín Roa y Erostabe , Biografía de SAR el Sermo. Sr. Don Sebastián Gabriel de Borbón y Braganza, Infante de España y de Portugal,140..

Alfonso XII se hizo cargo de la testamentaria de Sebastián y mediante un real decreto del 26 de abril de 1875 autorizaba el traslado de los restos del infante Sebastián Gabriel a España para ser enterrados en el monasterio de El Escorial.

"Cumpliendo los deseos manifestados por mi difunto tío el I.D. Sebastián Gabriel de Borbón y Braganza q.s.g.h. en la carta que me escribió el mismo día de su fallecimiento; teniendo en cuenta el estado valentudinario de su viuda mi muy amada Tía la Infanta María Cristina de Borbón y Borbón y haciendo uso de .... Vengo en tomar bajo mi protección a mis muy amados primos D. Francisco, D. Pedro, D. Luis, D. Alfonso y D. Gabriel. hijos de los expresados Infantes y en nombrar tutor y curador para la guarda de sus personas y bienes durante su menor edad ...." Archivo General de Palacio, caja 12.907, reinado Alfonso XIII.

Sobre la familia del infante: Luis murió el 24 de enero de 1889, Gabriel murió el 5 de julio de 1889, Pedro murió el 5 de enero de 1892, María Cristina murió el 19 de enero de 1902, siendo enterrada en el Escorial junto a su esposo, Francisco murió el 17 de noviembre de 1923 ( y Alfonso murió el 28 de abril de 1934. A todos ellos se les ofreció el título de duque y únicamente Alfonso lo rechazó.

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